Palabras del ministro Ángel Gabilondo Pujol en la clausura del II Encuentro Internacional de Rectores Universia1

 

Estamos en tiempos difíciles, tal vez siempre lo fueron, pero también apasionantes; la situación económica mundial ha puesto de relieve la necesidad de nuevos modelos, de nuevas ideas, de nuevas formas de organización social, de nuevos valores.

Y todos debemos aprender, desde el intercambio de proyectos, ideas e innovaciones, para conseguir el máximo bienestar y cohesión social en nuestros países.

Nos hemos reunido aquí en este momento para clausurar este Encuentro, pero para clausurar hace falta la clave, es decir, hace falta la llave. No podemos clausurar este Encuentro si no encontramos la clave y la llave para hacerlo, y la educación es la clave, la clave para alcanzar los objetivos sociales y económicos del siglo XXI. Y así, más bien compartir métodos y valores para encontrar nuevas fuerzas.

Quizá les extrañe, pero en ninguna reunión se celebran estos encuentros en el mundo que procure más expectativas que la que aquí celebramos, ninguna. Cegados por las urgencias económicas, olvidamos que la educación y la formación han de estar en el corazón de la economía.

Universia es un espacio y una red abierta e integradora, es un espacio de corresponsabilidad que representa la cohesión de nuestros países. En estos momentos donde la crisis amenaza tantas cosas, este tipo de encuentros no sólo sirven para configurar en red proyectos universitarios o proyectos de conocimiento, son también una red de amistades.

Si hablamos de conocimiento, de la sociedad del conocimiento, también tenemos que conocerlo nosotros, no vaya ser que la sociedad del conocimiento sea aquella en la que ya no nos conocemos ni nos reconocemos.

Deseo agradecer al Grupo Santander el trabajo de todos estos años y especialmente a su presidente, don Emilio Botín, su compromiso con la educación superior y las universidades en el espacio iberoamericano, su impulso y su estímulo.

Nos encontramos ante el año de la educación en Iberoamérica y quizá lo es también, dada la puesta en cuestión, de valores y de modelos; 2010 viene a ser, sin haberse declarado explícitamente así, el año de la educación de calidad y para todos. Todos deseamos sistemas educativos que se acerquen más a las necesidades de la ciudadanía y que la hagan prosperar social y económicamente.

Celebramos, subrayo, celebramos los Bicentenarios, es una gran ocasión para impulsar el papel de las universidades y situarlas de una vez como factor determinante y dinamizador de la sociedad. La universidad debe tener un papel protagonista en estos Bicentenarios, ha de asumir su papel en este momento tan determinante, porque Iberoamérica sólo será verdad si es la Iberoamérica de las universidades.

Iberoamérica y sus universidades han sido muestras de inclusión social y de certidumbre en la sociedad y ha de incidirse en esta dirección. Es el momento de convocar a toda la sociedad iberoamericana a participar activamente en este proceso de formación, que sitúe la educación y la ciencia en el corazón de un modelo que, puesto a ser productivo, produzca justicia y bienestar; puesto a ser innovador, produzca también innovación social; puesto a ser emprendedor, emprenda conjuntamente todo tipo de iniciativas para que la formación sea un compromiso de toda la sociedad.

Educarse es moverse, educarse es cambiar y no hay educación sin movimiento, sin movilización, sin movilidad y movimiento no sólo de lugar. Nos hemos desplazado desde nuestros países, ahora lo que será interesante es ver qué se ha desplazado en nosotros tras estos días.

Trabajamos por una educación que sea motor de desarrollo y crecimiento. Sabemos que en estos momentos la mejor política socioeconómica es la promoción del estudio, de la formación, de la ciencia, que la educación es la mejor política social, es la clave para la inclusión social y la equidad, es decisiva para la igualdad de oportunidades y también para abordar los retos sociales, económicos y políticos. La universidad ha entendido ese desafío, ha aceptado ese desafío, están ustedes aquí porque aceptan el reto y el desafío que esto significa. Yo se los agradezco, el desafío es determinante en la generación del conocimiento y en la generación también de la equidad, de la justicia y de la libertad.

Los problemas fundamentales del mundo son la miseria y la ignorancia, éstos son los problemas fundamentales del mundo, no como algunos dicen: la inseguridad. La miseria, la ignorancia, la pobreza, el dolor, el sufrimiento de los seres humanos sólo se combaten a fondo con la cultura y la educación. Ayer se dijo: no sólo con ella, de acuerdo. Pero sin cultura y educación no habrá ninguna posibilidad para lograr la equidad que perseguimos.

¿Pero qué modelo de educación va responder a este desafío? Porque no basta decir que es la educación, hemos de saber qué modelo de educación y esta pregunta nos ha traído a todos aquí, todos hicimos la maleta para llegar aquí con esta pregunta, aquí a Guadalajara y en Guadalajara se ha abordado socialmente, pero muy en concreto se ha abordado por las universidades en espacios de debate, de reflexión, de crítica y de construcción de realidad y de sociedad. Y tal es la razón última de este encuentro. Quizá los ciudadanos, los que están ahora en sus tareas, no lo saben, pero estamos aquí por ellos, por ellas.

Éste es el horizonte al que atendemos cuando hablamos de construir un espacio iberoamericano del conocimiento socialmente responsable y estoy convencido de que la comunidad universitaria iberoamericana es consciente, somos conscientes de la responsabilidad para hacer frente a estos retos. Ninguna universidad sola podrá abordar con seriedad este desafío. Ninguna, ningún gobierno por sí mismo. Tenemos que trabajar juntos, entendernos como una red de amistades y de relaciones. Tenemos que cooperar, tenemos que obrar conjuntamente para generar el conocimiento, transmitirlo a la sociedad y transferirlo también, sólo así será efectiva la sociedad del conocimiento.

Hemos de hacernos cargo y dar respuesta a estas demandas, esto quiere decir responsabilidad. La responsabilidad siempre es hacerse cargo de una situación y dar respuesta, pero tenemos que dar respuesta conjuntamente y eso es corresponsabilidad. Así que estoy seguro de que este Encuentro nos ha hecho a todos más corresponsables del desafío. Cada país tiene sus propios procesos y ciertamente ha de liderar este proceso transformador en cada casa, buscando alianzas, buscando estrategias comunes.

Seguro que estos días han tenido ustedes también la oportunidad de labrar relaciones, de entablar proyectos, colaboraciones internacionales enriquecedoras, pero dado que la meta es similar, nuestros caminos ya se asemejan y en breve plazo lo harán aún más. Así pues, insisto, dialoguemos sobre educación en términos de igualdad y sobre intereses compartidos, hablemos con confianza de tú a tú. No es el momento de exhibirnos, es el momento de trabajar juntos, instemos a nuestros gobiernos, a los jefes de Estado y de gobierno, es la hora del compromiso, de demostrar que efectivamente creemos que ya no hay más camino que poner todas nuestras fuerzas, todo nuestro tiempo, toda nuestra vida por la educación. Invertir no sólo nuestro dinero, sino también cuanto somos y tenemos, nuestra vida, por la educación, por la mayor equidad. Convivimos de un modo bastante inexplicable: la miseria, la ignorancia, el dolor y la pobreza con magníficas universidades, con centros de investigación de calidad, con hombres y mujeres cultos. Cultivamos enormes posibilidades no siempre desarrolladas.

Tenemos que ligar esa doble dimensión, tenemos que ligar los retos del conocimiento con los retos de una sociedad más justa. No tenemos dos objetivos: primero la equidad y segundo generar conocimiento. No hay dos objetivos, no son dos. Son uno doble y por tanto tenemos que empezar por objetivos bien concretos.

Pongamos un ejemplo, la paridad como expresión no sólo de la equidad, sino como expresión de la modernización efectiva de nuestras universidades. En este contexto de dificultades no debemos caer en la tentación de considerar que la educación es un lujo, es una necesidad, es la mejor inversión, la que tiene más rentabilidad social, es el mejor legado que le podemos dejar a las futuras generaciones de latinoamericanos a quienes sin conocer ya queremos.

La educación sí es la mejor política social, es la que afronta de raíz las necesidades, no vayamos directamente a la apariencia, vayamos a la raíz de las necesidades, y las universidades van a jugar un papel decisivo para alcanzar estos objetivos en nuestras sociedades. Si se analiza el papel global que ha tenido la crisis financiera en el mundo se puede observar que la mayor destrucción de empleo se ha concentrado en las poblaciones sin estudios, y ha de ser una referencia que propicie reflexión y pensamiento. Los países que mejor forman a sus universitarios, que promueven un investigación de mejor calidad, que promocionan universidades y campus universitarios de calidad y de excelencia, están mejor preparadas para abordar y afrontar los impactos de una crisis económica financiera como la actual y para propiciar un modelo diferente.

Decimos que todo conocimiento que genera el sistema educativo tiene que revertir en la sociedad aumentando su nivel de bienestar y para ello es necesario innovar, avanzar con la sociedad en el saber a través de la investigación y la internacionalización. Éste es un momento emocionante y difícil, motivador para la educación también en Europa, con prácticamente todos los gobiernos de la Unión entregados a la causa del conocimiento.

Hemos luchado por situar la educación en el corazón de las estrategias europeas desde nuestra presidencia, porque Europa se escriba con "e" de educación, por lograr que el espacio europeo sea un espacio abierto. No queremos un espacio europeo de educación superior cerrado sobre sí, ensimismado, plegado sobre sus logros, que no se abra a otras dimensiones, a otros continentes, a otros espacios, y por eso nos satisface tanto la presencia hoy aquí, el diálogo de sistemas universitarios de todo el mundo.

En el año de la educación en Iberoamérica, Iberoamérica que es el espacio común de las diferencias, de lugares propios singulares que no se anulan, que se complementan, que conviven en permanente comunicación. Si en Europa es el año de la lucha contra la pobreza y la exclusión social queremos contribuir a este gran pacto iberoamericano. Aprovechemos la movilización social, la motivación social, la emoción social de los Bicentenarios para darle un impulso definitivo en Iberoamérica a esta transformación silenciosa pero inexorable que es la educación. Transformación silenciosa e inexorable que se produce a través de la formación, nos lo pide la situación económica, social y política, pero sobre todo nos lo pide la ciudadanía, nos lo pide la educación.

¿Entonces, cómo clausuramos este acto? ¿Cómo clausuramos este congreso sin cerrarlo? Clausurar lo hecho para hacer más y mejor.

Universia no puede ser nada menos ni nada más que lo que ya extraordinariamente viene siendo, pero clausurar es reconocer que hay un antes y un después de Guadalajara, que ya las universidades conjuntamente habrán de aceptar el desafío que las tres conocidas patas de la mesa: la enseñanza, la investigación y la transferencia han encontrado en Guadalajara, por fin, el tablero que apoyar; han encontrado en Guadalajara, por fin, el tablero en el que jugar su tarea, y este tablero es el bienestar de la sociedad, el mundo de los ciudadanos más justo y más libre.

Y para eso hemos encontrado la llave, hemos encontrado la clave, es la educación, sencillamente la educación.

Clausuremos por tanto, pero sin arrojar la llave, que queda mucho por hacer.

Muchas gracias.

 

 


1 Discurso pronunciado por el doctor Ángel Gabilondo, Ministro de Educación y Cultura de España, en el acto de Clausura del II Encuentro Internacional de Rectores Universia Guadalajara 2010, el 1 de junio de 2010, dirigido a: “Señor Presidente del Grupo Santander; Señor Secretario General de la Secretaría General Iberoamericana; Señor Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México; Señor Rector de la Universidad de Guadalajara; Señor Presidente de la CRUE y Presidente del Comité Académico; Señor Secretario General de la Organización de Estados Iberoamericanos; Señor Presidente del Comité Organizador; Señor Director General de Universia; Señor Embajador; Señor Subsecretario de Educación de México; Autoridades, rectores y rectoras; Universitarios y universitarias; En definitiva, queridos amigos y queridas amigas”. Regresar