Reseña del libro Pensadores y forjadores de la universidad latinoamericana, editado por Carmen García Guadilla1
Carina-Itzel Gálvez-García*
La universidad como institución de enseñanza superior tiene un papel fundamental en la concepción que un pueblo tiene de la educación. En las instituciones de educación superior recae la responsabilidad de formar ciudadanos capaces de afrontar la complejidad creciente de los problemas que plantea el mundo. El análisis de la historia de estas instituciones y de los diferentes contextos en los que se fueron transformando ha de mostrarnos como las sociedades en que están inmersas se han concebido a sí mismas y al mundo. En el caso latinoamericano, el desarrollo de las universidades ha ido de la mano de los grandes cambios sociales desde la Colonia. En un principio legitimadora de la Corona, después generadora de ideas nacionalistas, la universidad siempre ha sido un instrumento de las sociedades para conducirse a sí mismas.
La historia de las universidades y las transformaciones sociales están inscritas en una relación dialéctica. Las sociedades actuales no podrían concebirse sin la presencia de la institución universitaria, y la universidad no tiene de dónde nutrirse si no es de los procesos sociohistóricos. La historia de las universidades nos da elementos para entender cómo las distintas sociedades se han ido transformando, así como los conceptos y objetivos que conforman las instituciones de educación superior.
El proceso histórico de la educación superior ha sido estudiado ampliamente en cada país desde diferentes perspectivas, sin embargo el estudio de la historia de esta institución a nivel latinoamericano no ha sido tan abordado. El análisis histórico de la universidad en América Latina nos deja ver la unidad cultural de esta región. Fijando la mirada en el devenir de las instituciones podemos ir deshilando y comprendiendo esa historia compartida.
El libro Pensadores y forjadores de la universidad latinoamericana, es el primer resultado materializado del proyecto “Pensamiento universitario latinoamericano”, perteneciente a la cátedra Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO por sus siglas en inglés). Carmen García Guadilla, editora y directora de la cátedra, se da a la tarea de reunir a 26 expertos de toda América Latina, quienes hacen un recuento de la trayectoria y el devenir de las universidades en sus respectivos países.
Al conocer la historia y desarrollo de la educación superior en la región, podemos obtener herramientas para comprender mejor procesos actuales, conceptos y categorías con base en los cuales se rige la vida universitaria latinoamericana. Con el transcurrir del tiempo, la universidad se ha convertido en una institución significativa para las sociedades de las que forma parte, de esta manera, la trayectoria universitaria de un país ha enriquecido procesos sociales, culturales y epistémicos. En este contexto, el propósito de la publicación es analizar el papel que tuvieron diversos personajes, líderes y discursos en la fundación, consolidación y desenvolvimiento de las Alma Mater Studiorum de cada uno de los 20 países reseñados.
En las diferentes partes se utiliza una perspectiva histórica, mezclada con el análisis comparado, para permitirnos una mejor comprensión acerca del pasado y presente de las instituciones universitarias en Latinoamérica. El libro se estructura con base en tres secciones: la sección introductoria que contiene la Presentación, el Prólogo y la “Visión general” de la editora. La segunda y tercera sección se presentan en orden cronológico tomando como punto de referencia la fundación de las universidades en los diversos países. Para iniciar la segunda sección se dedica un capítulo específico a la Universidad de Salamanca y la influencia que tuvo en la fundación de las universidades hispanoamericanas; la publicación continúa con el análisis de 13 universidades que fueron creadas durante el periodo colonial, dedicando un capítulo a cada caso.
En la tercera sección se examina el caso de siete universidades que se formaron a partir de la Independencia. Es interesante la manera cronológica en que son presentados los datos, pues nos deja ver los fines determinados para los que funcionaba la institución a lo largo de los distintos contextos históricos, como también los diferentes modelos educativos utilizados. Asimismo, al situar a los pensadores y forjadores de las universidades en su espacio-tiempo, el texto nos ayuda a comprender la influencia de las respectivas épocas en su manera de pensar y actuar. Para finalizar se incluye un listado actualizado hasta el 2008 de las universidades de América Latina a lo largo de la historia.
La universidad latinoamericana
La universidad latinoamericana nace en medio de constantes luchas por intereses religiosos, económicos y políticos, a fin de cuentas es una pieza fundamental en el posicionamiento dentro de las regiones recientemente invadidas y colonizadas. Así, el surgimiento –y la posterior consolidación– de estas instituciones en pos del conocimiento no fue un proceso sencillo. A pesar de ello, las universidades han sobrevivido a lo largo de los años pasando por numerosos procesos y transformaciones –entre los que destacan la secularización y la nacionalización–, convirtiéndose en una institución fundamental para la construcción, recreación y funcionamiento de la sociedad y el Estado-nación al que pertenecen.
Llama la atención el interés de la Corona española por exportar la institución; entre los siglos XVI y XVIII España creó tres universidades en la península, en contraste, en Hispanoamérica se fundaron 31. Las primeras universidades en América se fundan en el siglo XVI en República Dominicana, Perú, México y Colombia, cronológicamente; entre los siglos XVII y XVIII se crearon en Argentina, Bolivia, Guatemala, Ecuador, Cuba, Venezuela, Chile, Paraguay y Nicaragua. Un recuento de este tipo ayuda comprender como la universidad, instrumento de las clases gobernantes, era necesaria para el control de los nuevos territorios. Cabe resaltar que de las 31 universidades coloniales actualmente sobreviven sólo 17.
Un aporte importante del libro es la conceptualización de tres tipos de personajes diferentes para el estudio de procesos históricos; los precursores, los pensadores y los fundadores. Se consideran pensadores tanto a quienes idearon el modelo de universidad –remitiéndose a los padres de las universidades europeas–, como a quienes ponen en marcha el proceso de implantación e hibridación en Hispanoamérica. Los forjadores son aquellos que lucharon por el establecimiento de la universidad, sorteando una serie de trámites y procesos. Se destaca también el empeño de los precursores, quienes impulsaron la cimentación de las universidades sin tener vida suficiente para observar la consumación de sus esfuerzos.
Uno de los ejes reflexivos que cruzan los casos específicos de cada país es el cuestionamiento al concepto de trasplantar la universidad, porque si bien el modelo europeo se exporta al “Nuevo mundo”, la relación específica que se da en cada país con la institución es muy diferente; se crearon, y siguen surgiendo, dinámicas endógenas que transforman el modelo original para crear universidades híbridas, que fusionan las bases europeas adecuándolas a las condiciones y cultura de los países receptores. El término de universidades híbridas, nos remite a lo que Néstor García Canclini (1995: 2) llama hibridación cultural: “procesos socioculturales en los que se realizan la apropiación y los usos de los productos”, en este caso instituciones, a través de la interpenetración de sistemas anclados en el pensamiento y las prácticas. Así, las universidades latinoamericanas de hoy en día forman un abanico multicolor que cambia en cada uno de los casos de forma y modelo. Universidades mestizas, a fin de cuentas.
En este sentido de intercambio y transformación, la constitución de la universidad en América Latina como hecho histórico propició importantes procesos de cambio en el pensamiento, tanto en el continente receptor como en Europa. El impacto que causó el encuentro con América y la inagotable información que de ello se desprendía, provocó un cambio en la manera de concebir la universidad y el mundo en sí; se tuvieron que abandonar criterios tradicionales para dar cabida a nuevas formas de comprender, abordar y poner en práctica la institución. De esta manera, existe una relación implícita entre los paradigmas reinantes, el avance del conocimiento y su institucionalización en las universidades, así como la difusión y puesta en práctica de los conocimientos y técnicas aprendidas en ellas.
La tercera parte del libro se enfoca a las universidades fundadas en el periodo histórico posindependentista, en esta época se propagó la institución en el resto de Hispanoamérica: Uruguay, Panamá, Costa Rica, El Salvador y Honduras; las universidades de Brasil y Puerto Rico se establecieron hasta ya entrado el siglo XX. En toda América Latina se dio un auge de creación y consolidación de nuevas universidades –94 universidades abrieron sus puertas–, aunque también las independencias acarrearon cambios en la institución ya que se dio un proceso de secularización de la educación superior, esto a su vez desencadenó la primera ola de universidades privadas, las religiosas. De las 94 universidades creadas en este periodo, 69 fueron públicas y 25 privadas-religiosas; de éstas en la actualidad sólo sobreviven 17, las cuales se proclamaron nacionales después de la época independentista.
Cabe resaltar la manera en que se presentan los modelos por los que ha pasado la universidad como una herramienta de análisis para poder entender la institución. El primer modelo de universidad, el español, influenciado por la ilustración, estaba a cargo de las órdenes religiosas y su objetivo fue formar cuadros dirigentes, tanto política como religiosamente, que fueran fieles a la Corona. Las transformaciones sociales generadas por las independencias crearon también cambios en las universidades, convirtiéndose en nacionales. Fueron pensadas para satisfacer las nuevas necesidades de las naciones emergentes, se retomó el modelo francés influenciado por el positivismo, cuyo objetivo era formar profesionales y fortalecer la identidad y cultura nacionales. En los diferentes casos, se muestra cómo fue dándose la consolidación del paradigma positivista en América Latina y la importancia que ha tenido éste en la construcción de las identidades e ideales de las naciones del “Nuevo continente”; la frase “orden y progreso” es un claro ejemplo. A finales del siglo XIX, el modelo alemán tomó fuerza al resaltar una mayor libertad de relaciones entre las universidades y el gobierno, la idea de autonomía universitaria se basa en estos preceptos.
Los modelos universitarios responden a las necesidades de aquellos grupos que rigen las sociedades en las que se haya inserta la institución, así en la actualidad un modelo que ha tenido gran auge es el norteamericano, el cual sintetiza los modelos francés y alemán, diferenciando los sectores público y privado. El modelo norteamericano comenzó a sobresalir y expandirse sobre todo en Medio Oriente. En América Latina ha tenido influencia a través de préstamos y ayudas financieras para el desarrollo.
Un punto que marcan varios de los investigadores como referente sin el cual no se puede entender la concepción y consolidación de las universidades latinoamericanas, es el Manifiesto de Córdoba (1918), modelo endógeno de las universidades latinoamericanas que pugna por los congresos estudiantiles, el cogobierno dentro de las universidades y la preocupación por un vínculo con la sociedad. Llama a promover la identidad nacional, la independencia y la lucha contra el imperialismo. En esta época las universidades entraron en un proceso de conversión hacia lo público, a la vez que se impulsan carreras liberales en las aulas; se convierten en el brazo del Estado. Muchos autores refieren que aun con el Manifiesto de Córdoba, la universidad no dejó de ser elitista, sin embargo, ha tenido importantes repercusiones en la identidad y reivindicaciones estudiantiles a lo largo de la historia. El Manifiesto surgió en un momento álgido de la historia mundial; es el fin de la Primera Guerra Mundial, el triunfo de la Revolución rusa y la emergencia como potencia mundial de Estados Unidos.
A lo largo del texto se relata cómo se dio en cada país la mayor expansión de universidades en América Latina y el mundo. Durante la segunda mitad del siglo XX se crearon 1 382 universidades, que representan el 93% de las creadas a lo largo de cinco siglos, de estas instituciones cabe resaltar que el 72% son privadas. La rápida expansión de las universidades responde, en parte, a la acelerada demanda de educación superior y a las condiciones económico-sociales que la han propiciado. Así “el número de estudiantes matriculados en todo el mundo se multiplicó por más de seis veces, pasando de 13 millones que había en 1960 a 82 millones que se registra como total para 1995” (García Guadilla, 2008: 24). Debido a esto, a partir de los años cincuenta se fundan las ciudades universitarias.
En esta época surgen los llamados megasistemas; sistemas de educación superior que cuentan con más de dos millones de estudiantes en sus aulas, actualmente más de 20 países cuentan con este tipo de megasistemas educativos. Esto da cuenta de cómo en el siglo XX florecen nuevas dinámicas y modelos de educación a distancia –como la transfronteriza–, que son influidos por la internacionalización del conocimiento y la globalización de las comunicaciones, creando procesos, formas y modelos en constante cambio.
Desde las independencias hasta nuestros días, se enlistan alrededor de 150 pensadores y forjadores de universidades, en su gran mayoría hombres. Durante el siglo XIX se enlistan alrededor de 35 nombres, contrastando con el siglo XX en el que desfilan más de un centenar.
Dentro de la experiencia en América Latina surgen dos vertientes de opinión respecto al papel que la universidad ha jugado a lo largo de la historia. Por una lado, se considera que el modelo de universidad europea y su implantación ha sido “una de las facetas más importantes de la historia de la cultura mundial” (ibid.: 25), cambiando la fisonomía de los países receptores y contribuyendo al intercambio intelectual a escala internacional. El otro punto de vista se deriva del planteamiento de que las casas de estudios superiores han servido como punto de anclaje y creación de oligarquías que responden a intereses de las clases dominantes. Estas dos consideraciones interactúan en todo momento predominando, por épocas, una u otra, pero sin dejar de estar presentes. Estos puntos de vista nos llevan a pensar que el papel de las universidades no es ni ha sido blanco o negro, sino una gran gama de grises; han sido fundamentales en el desarrollo de las sociedades, a la vez que han servido como instrumento a los intereses de unos cuantos.
En 2008, año en que se edita el libro, en América Latina hay más de 8 000 instituciones de educación superior, de las que alrededor de 1 500 son universidades. Cabe mencionar que aunque son minoría en cuanto al total de las instituciones educativas terciaras, albergan a la mayor parte de los estudiantes por su capacidad y su estatus, en muchos casos, público.
A lo largo de la historia, la magnitud de los cambios en las universidades se ha hecho notar; “el crecimiento, la diversidad de modelos, de estilos, la condición pública, privada, mixta, privada lucrativa, privada social, nuevos modelos transfronterizos” (ibid.: 23), nos da una idea de la vastedad dentro de las instituciones universitarias latinoamericanas. Esto, conjugado con las dinámicas endógenas, deriva en una complejidad en los términos en que se desenvuelven las universidades.
En general, las universidades tienen injerencia en la vida pública y en todos los hechos sociales trascendentes para los cambios a nivel nacional; han estado presentes en independencias, revoluciones, movimientos sociales –tanto hegemónicos como contrahegemónicos–, formando cuadros importantes y marcando pauta en cuanto al modelo de país que se busca y los caminos para llegar a él, sorteando una serie de luchas entre corrientes teórico-ideológicas, son piedra angular en la formación de los países. De esta manera, tanto en la acción como en el pensamiento, han sido decisivas para el desarrollo social.
Cuando las universidades están en contacto e intercambio con la sociedad se generan procesos benéficos que marcan rumbo, en estos puntos álgidos de la historia la universidad se nutre enormemente. Por el contrario, los Estados dictatoriales en busca de control y poder, desalientan los estudios. Un tema que está presente a lo largo del libro, es el de las luchas de poder que se han dado en el transcurso de la historia universitaria.
El trabajo es relevante en tanto que reúne la visión de expertos de cada país para abordar el tema. Así, al tener un objeto de estudio en común –el desarrollo de las instituciones universitarias– visto desde diversas miradas, se enriquece el estudio y la revisión histórica pensando en una unidad latinoamericana y reivindicando los procesos autóctonos en la consolidación de las universidades.
* Etnóloga por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), México. carina_itzel@yahoo.com.mx
Regresar1. García Guadilla, Carmen (ed.) (2008), Pensadores y forjadores de la universidad latinoamericana, Caracas, IESALC-UNESCO/CENDES/Bid. Regresar
Referencias
García Canclini, Néstor (1995), Consumidores y ciudadanos. Conflictos multiculturales de la globalización, México, Grijalbo.
García Guadilla, Carmen (2008), “Visión general”, en Carmen García Guadilla (ed.), Pensadores y forjadores de la universidad latinoamericana, Caracas, IESALC-UNESCO/CENDES/Bid.
Cómo citar este artículo
Gálvez-García, Carina-Itzel (2011), “Reseña del libro Pensadores y forjadores de la universidad latinoamericana, editado por Carmen García Guadilla”, en Revista Iberoamericana de Educación Superior (RIES), México, IISUE-UNAM/Universia, vol. II, núm. 3, http://ries.universia.net/index.php/ries/article/view/85 [Consultado: última fecha de consulta].